Sobre la prohibición del uso del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas

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Sobre la prohibición del uso del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas

La Ministra de Educación, Soledad Acuña, ha resuelto prohibir el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas porteñas. El argumento es insólito: el uso del lenguaje inclusivo sería uno de los causantes de las dificultades en el aprendizaje de la lectura y escritura. En las comunicaciones oficiales de la medida, el Ministerio vinculó la decisión con los resultados de los dispositivos de evaluación estandarizados que tuvieron difusión recientemente.

Según el Ministerio que conduce Acuña: “La nueva norma se basa en la premisa de que la lengua española brinda diversas opciones para comunicarse de manera inclusiva sin necesidad de tergiversarla, ni de agregar mayor complejidad a la comprensión y fluidez lectora.”

La principal cita de “autoridad” para la prohibición a la que alude el Ministerio es a la RAE: “La Real Academia Española en el informe sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas, ha sostenido que “el uso de la @ o de las letras «e» y «x» como supuestas marcas de género inclusivo es ajeno a la morfología del español (…)”.

Por si fuera poco, el mismo Ministerio “brinda una guía de prácticas y recomendaciones para una comunicación inclusiva”.

Es evidente que la medida tiene un sesgo ideológico. De todas las problemáticas que presenta la lengua oral o escrita, de todas las variables que afectan el aprendizaje de la lectura y la escritura en las infancias, el gobierno de la ciudad sólo apunta contra el lenguaje inclusivo, que se comenzó a visibilizar, impulsado desde abajo, tras las enormes movilizaciones y luchas en todos los frentes que en los últimos años protagonizó el movimiento de mujeres y diversidades.

Lo que realmente persiguen Larreta y Acuña es la conquista del voto que se les está yendo por derecha a Milei o al ala “ultra” de Macri y Bullrich dentro de la propia interna. Una vez más, utilizan la educación como masa de maniobra.

 Alfabetización, comprensión y fluidez lectoras

No hay evidencia alguna de que el uso del lenguaje inclusivo –generalmente oral o en comunicaciones cuyos destinatarios son les adultes a cargo de les niñes- dificulte la alfabetización temprana. No hay, hasta el momento, un estudio comparado descriptivo de elementos observables que puedan dar cuenta de ello.

En este punto, la argumentación del Ministerio de Educación es pura manipulación. Es, más bien, un intento burdo de descargar la responsabilidad que le cabe al propio gobierno por la crisis educativa, cuya fuerza política gobierna la ciudad hace catorce años.

En las salas de las escuelas infantiles o en los primeros grados de la escolaridad primaria, el lenguaje inclusivo no es un contenido de enseñanza sistemática. No hay “ejercicios” ni actividades de lectura y escritura que supongan el trabajo con las partículas “@”, “e” o “x”.

En relación a la comprensión y fluidez lectora, en la medida en que la mayoría de los textos de circulación social que son objeto de estudio dentro de las aulas de los distintos niveles educativos, no están escritos en lenguaje inclusivo, la medida se cae por su propio peso.

Que algunes docentes y estudiantes utilicen en sus propias expresiones orales o escritas el lenguaje inclusivo, en nada dificulta la fluidez y comprensión lectora es evidente y no merece más tiempo de análisis.

 La RAE atrasa

Desde su propia denominación, la Real Academia Española es un organismo burocrático y reaccionario. La denominación de “español” al castellano es una manipulación. En España se hablan distintas lenguas, siendo el castellano la lengua oficial del Estado español, sin prohibir el uso del resto de las lenguas españolas que son también oficiales dentro de cada región. Es decir que la lengua castellana se convierte en idioma oficial de España, pero no por eso es correcto denominarla “idioma español”.

La instalación de la denominación del “español” como un idioma se aceleró hacia el V centenario de la conquista de América, en la década del ’90, que no casualmente fue un período de expansión comercial de España a través de la instalación de grandes empresas, bancos y capitales españoles en varios países de América, Argentina entre ellos. Fue también fuertemente apalancada por la industria editorial y cultural de consumo masivo.

La RAE pretende ser el organismo que regula el uso de la lengua, como si ésta fuera pasible de tal regulación. Es evidente que intentar restringir los usos de la lengua a lo que establece el comité de un organismo como la RAE es una ilusión.

La lengua es vital, dinámica y permanentemente enriquecida ya que se nutre de los aportes de múltiples culturas e idiomas, está en constante transformación cuyos protagonistas son los propios hablantes. Para intentar ser precises, hablamos, estudiamos, aprendemos, enseñamos en “castellano americano” en su variante argentina o rioplatense, una lengua enriquecida que se nutre de múltiples culturas e idiomas: de los pueblos originarios y de los de la inmigración, entre otras. No hablamos “español”.

Les hablantes, oyentes, escritores y lectores son activos. Contrafácticamente, podría pensarse que de ser les usuaries de las lenguas “respetuoses” de las prohibiciones y permisos, el latín seguiría siendo “nuestra lengua oficial”, o el uso del voseo seguiría siendo “ilegal”. Las lenguas evolucionan, mutan, se enriquecen, se amplían porque los usuarios no respetan la ortodoxia de la burocracia lingüística.

De hecho, en los orígenes del sistema educativo argentino, con Sarmiento como máxima autoridad, hubo intensos esfuerzos por imponer el pronombre personal “tú” como única forma correcta, prohibiendo el uso del “vos”, asociado con la “ignorancia” de los sectores populares, en particular, el “cocoliche” de los inmigrantes.

Es decir que la prohibición lingüística viene asociada con el rechazo desde el poder hacia las expresiones de uso popular como una forma de intentar imponer la lengua de los opresores y su propio discurso. La imposición de una lengua desde el poder es una forma de dominación.

 ¿Prohibirán libros también?

El análisis del uso del lenguaje inclusivo como objeto de estudio debería ser un contenido de enseñanza, por ejemplo, en el marco de la ESI, y no solamente. Existen autores que escriben en lenguaje inclusivo, artistas, programas de radio y televisión, series, películas, expedientes judiciales y administrativos, la propia ley reconoce el derecho de las personas a auto percibirse como no binarie, etc.

¿La Ministra pretende prohibir libros y toda comunicación social que use lenguaje inclusivo?

La imposición héteronormativa desde la lengua y el reforzamiento de los estereotipos de géneros a través del lenguaje, ¿no son contenidos de enseñanza promover su análisis y reflexión crítica?

La amenaza de sanciones formulada por Soledad Acuña a través de medios de comunicación es una muestra de su propia impotencia.

El uso del lenguaje inclusivo en las escuelas no es obligatorio ni para docentes ni para estudiantes. Simplemente fluye como la propia lengua, que no tiene más dueñes que les usuaries. Intentar prohibirlo es tan absurdo como imposible.

🖋Secretaría de Asuntos Pedagógicos